Páginas

sábado, 3 de marzo de 2012

La música es magia


Pat Metheny, maestro del Jazz
Como al fin y al cabo, este es un blog personal, me permito la licencia de dejar caer un simple pensamiento; por eso hoy comienzo con una reflexión que me traslada a mi más tierna infancia, cuando me quedaba hipnotizado con las notas, que con increíble facilidad, salían de la simple vibración de una cuerda.

Y es que, no existe nada más cercano a eso que llamamos magia, que una progresión de notas o acordes, por la capacidad que tienen para trasladarnos a momentos pretéritos de nuestra propia existencia o despertar en nosotros los más encontrados sentimientos, que van desde el amor, hasta la angustia, pasando por la nostalgia, el temor, la melancolía e incluso el odio.
Robert Johnson, genio y leyenda del blues

Cuántas veces hemos escuchado o pronunciado una afirmación como que tal o cual músico ha formado parte de la banda sonora de nuestras vidas.
Y es que no hay afirmación más cierta que esa, al menos en mi caso cuando escucho la voz rasgada del Sabina de los años 80, me acuerdo de mi barrio, revivo antiguos colores, olores, sensaciones...

Es más, ya no voy a decir que la música es lo más parecido a la magia, sino que hoy, un sábado tranquilo, casi melancólico, mientras suenan las notas de Tender Surrender, de Steve Vai, en mi equipo de música, declaro firmemente que la música es magia.

Y es magia porque con el paso de los años, a pesar de haber perdido esa inocencia de mi infancia y ser capaz de trasladar en la actualidad al mástil de mi guitarra, esas notas que evocaban paisajes, personas o sentimientos, me doy cuenta de que el Do que yo ejecuto no es el mismo Do que pulsa Gary Moore, Pat Metheny, Jordan Ruddes, Richard Clayderman o Niccoló Paganini.

Paganini, virtuoso del violín
Y no es el mismo Do, porque solo unos pocos dotados pueden desarrollar verdaderamente un lenguaje musical, los demás, hemos de limitarnos a disfrutar del privilegio de escucharlos y en ocasiones a tratar de imitar su genio.

Solo existió un Mozart al igual que ha habido un único Picasso o un único Hesse.
 
Y la música es magia, porque pervive a pesar del tiempo, porque seguimos emocionándonos con La primavera de Vivaldi o el Kind Hearted Woman Blues de Robert Johnson, a pesar de la muerte de sus autores.


Permítame el posible lector, esta reflexión en una tarde de sábado de color gris, apático y aburrido que gracias a las notas que invaden mis oidos y mi habitación, me trasladan a días mejores, a momentos más luminosos y me recuerdan mi primer amor, mi primer beso, aquéllas tardes de verano en que el mundo aún se mostraba como un territorio virgen por descubrir y explorar.


Asimismo, permítanme invitarles a compartir esa magia. 
Pongan uno de sus discos preferidos, eleven el volumen hasta el punto en que se sientan cómodos y que todo lo demás desaparezca, recuéstense en su sofá, cierren los ojos y sencillamente disfruten, déjense llevar por las notas, y les garantizo que la música les acercará paisajes y sensaciones llenos de magia.