Pat Metheny, maestro del Jazz |
Como al fin y al cabo, este es un blog personal, me permito la licencia de
dejar caer un simple pensamiento; por eso hoy comienzo con una reflexión que me
traslada a mi más tierna infancia, cuando me quedaba hipnotizado con las notas,
que con increíble facilidad, salían de la simple vibración de una cuerda.
Y es que, no existe nada más cercano a eso que llamamos magia, que una
progresión de notas o acordes, por la capacidad que tienen para trasladarnos a
momentos pretéritos de nuestra propia existencia o despertar en nosotros los
más encontrados sentimientos, que van desde el amor, hasta la angustia, pasando
por la nostalgia, el temor, la melancolía e incluso el odio.
Robert Johnson, genio y leyenda del blues |
Cuántas veces hemos escuchado o pronunciado una afirmación
como que tal o cual músico ha formado parte de la banda sonora de nuestras
vidas.
Y es que no hay afirmación más cierta que esa, al menos en mi caso cuando
escucho la voz rasgada del Sabina de los años 80, me acuerdo de mi barrio,
revivo antiguos colores, olores, sensaciones...
Es más, ya no voy a decir que la música es lo más parecido a la magia, sino
que hoy, un sábado tranquilo, casi melancólico, mientras suenan las notas de Tender
Surrender, de Steve Vai, en mi equipo de música, declaro firmemente que
la música es magia.
Y es magia porque con el paso de los años, a pesar de haber perdido esa
inocencia de mi infancia y ser capaz de trasladar en la actualidad al mástil de
mi guitarra, esas notas que evocaban paisajes, personas o sentimientos, me doy
cuenta de que el Do que yo ejecuto no es el mismo Do que pulsa Gary Moore, Pat Metheny, Jordan Ruddes, Richard Clayderman o Niccoló
Paganini.
Paganini, virtuoso del violín |
Y no es el mismo Do, porque solo unos pocos dotados pueden desarrollar
verdaderamente un lenguaje musical, los demás, hemos de limitarnos a disfrutar
del privilegio de escucharlos y en ocasiones a tratar de imitar su genio.
Solo existió un Mozart al igual que ha habido un único Picasso o un único
Hesse.
Y la música es magia, porque pervive a pesar del tiempo, porque seguimos emocionándonos con La primavera de Vivaldi o el Kind Hearted Woman Blues de Robert Johnson, a pesar de la muerte de sus autores.
Permítame el posible lector, esta reflexión en una tarde de sábado de color gris, apático y aburrido que gracias a las notas que invaden mis oidos y mi habitación, me trasladan a días mejores, a momentos más luminosos y me recuerdan mi primer amor, mi primer beso, aquéllas tardes de verano en que el mundo aún se mostraba como un territorio virgen por descubrir y explorar.
Asimismo, permítanme invitarles a compartir esa magia.
Pongan uno de sus discos preferidos, eleven el volumen hasta el punto en que se sientan cómodos y que todo lo demás desaparezca, recuéstense en su sofá, cierren los ojos y sencillamente disfruten, déjense llevar por las notas, y les garantizo que la música les acercará paisajes y sensaciones llenos de magia.